Leernos, es leerte

jueves, 3 de enero de 2008

Blur - El Enmascarado


Twisted Ink Productions
Presents
:

Blur - El Enmascarado.
By Chebing


Todavía faltaban un par de cuadras para llegar. Se hacía interminable el trayecto; la ansiedad se estaba tornando un martirio y debía saber ya que era lo que estaba ocurriendo.

Antes de continuar por mi sendero cargué el revolver, tomé unos segundos para meditar y seguí mi camino. Necesitaba saber qué había pasado y empecé a recordar los detalles que habían desembocado en esta situación.

Todo había empezado con el enmascarado, él era el responsable, me acosaba, me observaba, se escabullía por los arbustos y se metía en mi casa. No sabía qué quería de mí, pero tenía que acabar con su vida antes de que él acabe de con la mía. Apuré el paso, Samanta estaba sola en la casa y no podía darme el lujo de perderla, ella era todo lo que tenía.

Finalmente pude ver mi casa, como de costumbre todas las ventanas estaban abiertas, sin embargo, pude observar que alguien había puesto una de mis pinturas contra el ventanal del estudio, y era visible desde mi posición. Inmediatamente supe que el responsable era el enmascarado, ya que la pintura en exhibición era la misma que estaba pintando cuando todas estas pesadillas empezaron; “la pintura del diablo” así la llamé, y tenía más que suficientes razones para hacerlo.

Llegué a la puerta, estaba abierta de par en par. Entré sigilosamente, con el arma en la mano y empecé a recorrer la casa. Estaba todo en la más absoluta de las oscuridades, y no podía encender ninguna luz, el enmascarado no debía saber que yo había llegado. Inmediatamente me dirigí hacia mi habitación en busca de Samanta, subí los escalones lentamente, sin hacer ruido, terminé en frente de la puerta de mi cuarto, sólo un poco de madera me separaba de la verdad.

Tomé el picaporte, no sabía si abrir la puerta rápidamente o bien despacio, opté por la segunda opción. Sin hacer ningún sonido, pude lograr mi objetivo. Lo primero que noté fue que el cuarto estaba exactamente como lo había dejado y que Samanta estaba acostada. Me acerqué a ella, estaba tapada de pies a cabeza, toqué su hombro y le dije: “Mi vida, debemos apurarnos, no preguntes nada e intenta mantener el silencio”, pero ella no respondía.

Me asusté, retrocedí, no sabía que pasaba, pero debía ser cauteloso. Me puse a los pies de la cama y de un tirón con la mano izquierda, mientras apuntaba hacia Samanta con el revolver en la mano derecha, saqué el cubrecama que escondía la identidad de la persona acostada. Pude ver el cuerpo de Samanta, acostada boca abajo en las sombras de la habitación, me sentí aliviado. Agarré uno de sus pies con mi mano, y tiré de él para despertarla, sin embargo la pesadilla recién había comenzado.

Se despertó, se dio vuelta y se abalanzó sobre mi, rápida y violenta, con los brazos extendidos para golpearme, y entonces lo vi, no era Samanta, era el enmascarado. Actué tan rápido como mis reflejos me lo permitieron, disparé, una, dos, tres, cuatro veces, el atacante enmascarado quedó al lado mío, con el cuerpo sobre la cama, pero la cabeza casi en el suelo.

Con mucho miedo dejé el arma en un estante y procedí a desenmascarar al asesino, agarré su cabeza, la levanté y aún así no encontré mascara alguna. Me agaché para mirar la cara del muerto, levanté su cabeza un poco más y de repente mis miedos se confirmaron, no había mascara, sólo la cara Samanta.

Lágrimas brotaban de mis ojos, tomé el revolver y juré encontrar al asesino, encontrarlo y destruirlo, el crimen no podría quedar impune. Empecé a correr hacía el estudio, gritando, gritando y amenazándolo, retándolo a que me confronte. Corrí por toda la casa, llegué a destino. Con un encendedor me acerqué al ventanal, miré la pintura por última vez, y dejé que las llamas consuman la pintura, el lienzo, el sudor, el miedo, todo lo que la había hecho posible. Mientras el fuego hacía arder la pintura, solté una carcajada, luego, empecé a reírme, cada vez más y más fuerte, riéndome de mi victoria, de mi derrota, de mí, de la pintura, del hombre enmascarado.

Sabía que faltaba algo, un último paso, observé el ventanal de la misma manera que lo había hecho la primera vez que vi al enmascarado, y de repente, como si lo hubiera conjurado, ahí estaba. Me miraba, se reía, apunté, apreté el gatillo y con el sonido de los cristales cayendo al suelo, rompí el ventanal, rompí el reflejo del enmascarado, pero no era suficiente, simplemente no lo era.

Apreté el gatillo una vez más, por última vez, caí al suelo, perdí la conciencia, perdí todo, excepto mi orgullo, eso jamás me lo podrían quitar, el orgullo de haber vencido al enmascarado en su propio juego, el de aparentar ser algo más.

2 comentarios:

x Noelia x dijo...

digo.. no sé
me tapaste la toy story al toque mhhhh
y encima no pusiste ningun prenda
mhhhhh

mhhhhh
y encima te fuiste y yo estaba charlando de algo importante
mhhhh
very very bad attitude eh!!!

igual ta bueno, pero igual
mhhh

Chebing dijo...

JAJAJAJAJA

Que garca de mierda que soy!!!

Lo postee al dia siguiente! ouch

Te juro que ni me di cuenta, pasa que hacia como una semana que no posteaba

Pense que te iba a gustar ver que al fin respondi tu prenda.

Igual vos ahora te vas de vacas asi que ni te vas a dedicar al blog, vas a estar en la beachh, no te calientes por las prendas.

Te mando muchos saludos noe, q la pases bien.

Besos