Leernos, es leerte

viernes, 29 de febrero de 2008

Cambios

Este es un tema tan recurrente, quemado y repasado una y otra vez en quien sabe cuantas charlas de café. Ja. Sin embargo nunca deja de sorprenderme cómo puede afectarme el notar estos "cambios" que van sucediendose sin prisa y sin pausa en mi vida, en la vida de todos los que me rodean y todos los que existimos aqui en este planeta.
A mis veinte años, creo que estoy pasando por una de las etapas más criticas de este tipo de transformaciones. Ya el colegio no es lugar de encuentro ni de pasatiempo, sino un recuerdo que quedara en fotos, en charlas y alguna que otra anécdota de cumpleaños. Los amigos, los tantos amigos que teniamos alrededor se van reduciendo a ocho, a seis. Y de a poco te vas dando cuenta que no va a pasar mucho tiempo para que ese número se reduzca hasta dejarte sólo con quien hayas sabido estrechar una amistad más alla del tiempo.
Los novios, parejas, esas personas que pasan por la vida de uno y dan vuelta tu rutina, mágicamente también voltearan quién solías ser. Esas salidas de "sólo chicas" pasan a ser de "amigas y el novio nuevo". Cuando quedan algunos solos, este grupo selecto para a ser el que sale los fines de semana, teniendo charlas recurrentes sobre porqué ya no sale todo el grupo junto.
La facultad forma parte también de esta nueva etapa tan necesaria, dañina y liberadora. Elegimos las opciones que creemos nos serviran guia a ser lo que queremos y triunfar asi en nuestra adultez. Nuestras ahora más esporádicas reuniones entre nuestros conocidos comienzan a ser más extrañas, con la falta de algunos, charlando sobre eso que no nos interesa o de nuevos compañeros que parecen ser los mejores amigos de los que creíamos eran nuestros mejores amigos.
El trabajo, tarde o temprano, consumiendo tiempo y ganas, voluntad de verse. Las distancias se hacen cada vez más y más largas. Tiempos que no coinciden, salidas que no se hacen, intereses que dejan de ser. Las responsabilidades forman ya parte de nuestra rutina, sacrificamos tanto por seguir creciendo y creciendo hasta ser adultos.
Es entonces cuando nos damos cuenta que algunos comienzan a crecer más rapido que otros, que aceptaron que todo no es igual toda la vida y que para ir adelante hay que saber dejar cosas atrás.
Supongo que será ese el comienzo de una nueva etapa, en la que la adultez toma ya el control de nuestras vidas. Comenzamos a formalizar nuestra vida, nuestra pareja, nuestro trabajo, carrera. Nuestras metas empiezan a concretarse, otras surgen de nuestros logros y nuestro pasado empieza a ser un vago recuerdo que nunca dejaremos de tener en la memoria, habiendo tenido que soltarlo, a él y quienes formaban parte de aquel con tal de poder seguir adelante.

......
No creo que sea tan así siempre. Pero la gran mayoria de adultos que conozco sólo y con suerte tienen un par de amigos que jamás ven. Las responsabilidades y locuras del presente consumen la gran mayoria de sus vidas. ¿Sera así? Por ahora si.

sábado, 2 de febrero de 2008

El Funeral de los Corazones


Twisted Ink Productions &

Broken Heart Memories Presents
:

El Funeral de los Corazones
By Chebing


Era la escena del crimen más perturbadora que había visto. Después de trabajar por más de quince años en el escuadrón, uno piensa que lo ha visto todo, pero siempre hay algo que nos sorprende un poco más, empujándonos aun más cerca del límite, atrayéndonos hacia el abismo.

Lo primero que me sorprendió fueron los pétalos de rosas que estaban esparcidos en toda la habitación, en todo el piso, en la cama, en los muebles, etc., en cualquier lugar donde se enfocaran mis ojos encontraba un pétalo de rosa, que parecía más una espina que otra cosa. Luego lo que llamó mi atención fue el dulce olor a vainilla que suavemente se dejaba sentir en el aire, sin embargo en vez de calmarme me ponía más nervioso, haciéndome sentir escalofríos en la nuca. Las luces estaban apagadas y unas cuantas velas iluminaban tenuemente el cuarto.

La cama llena de pétalos tenía un corazón dibujado en gotas de sangre, y arriba de la misma, en el espejo en el techo, se encontraba dibujado el corazón original, completamente hecho de sangre, derramando gotas y gotas sobre la cama de las rosas. Había visto muchos crímenes así pero nunca uno tan terrible como aquel.

Abandoné el departamento para ir a la oficina del forense, quien me había preparado un informe aclarando en forma oficial la causa de la muerte. Luego, me dirigí hacia la estación para redactar la declaración correspondiente que me ayudaría a emitir una nueva orden de arresto contra nuestro asesino serial.

Terminada la burocracia decidí esperar hasta tener nuevas evidencias antes de seguir con el caso, por lo cual salí a recorrer nuevas escenas de crímenes para ir ganando tiempo, ya que el asesino no descansaba ni de día ni de noche, y si no lo podía atrapar, al menos debía intentar pensar como él.

Todos los asesinatos tenían cosas en común y cosas libradas al azar, sin embargo, el resultado siempre era el mismo. Al asesino no le importaba nada sobre sus víctimas, y en el caso de que éstas cumplieran con sus requisititos, él no discriminaba a ninguna. Tampoco les daba segundas oportunidades, ya que una vez que las encontraba, las asesinaba sin dudarlo. Todo esto ocasionaba que los casos sean más de los que podíamos atender, y por ende, muchas veces se nos escapaban importantes detalles de las manos.

Otra cosa para destacar es que nadie nunca pudo ver el rostro del asesino, es más, en todos los años de constante investigación, jamás pudimos hacer un identikit de él. Lo único que sabíamos es que era un desquiciado que mataba a sangre fría y que no hacía más que eso. Muchos en el escuadrón sospechaban que tenía cómplices o que directamente era una organización encargada de los asesinatos, porque sin importar la hora y el lugar, continuamente teníamos más y más victimas.

Quizás lo más escalofriante de toda la situación era el móvil para hacer semejantes cosas. Con dar tan solo una mirada a una de las tantas victimas, uno comprende de inmediato que el responsable de semejante atrocidad debe ser el diablo en persona, o en su defecto, alguien lo suficientemente trastornado y demente para hacer su trabajo.

Me fui a acostar, estaba exhausto, pero no pude más que girar en las sábanas pensando en los jóvenes de la mañana, verdaderamente me habían conmovido. Me puse a revisar el expediente y las fotos pero no pude encontrar nada que me ayude, me había estancado nuevamente en otro caso sin evidencias, sin pruebas, sin salida. No tenía una sola respuesta para tantas preguntas y ya no lo podía aguantar más.

Estuve despierto toda la noche pensando y reflexionando, pero, por suerte, me sirvió para tomar una decisión. Antes de hacer cualquier cosa, debía asistir al funeral de los jóvenes y luego, volvería a mi departamento para terminar con todo esto.

El funeral era igual a los demás, mientras el sacerdote pronunciaba unas oraciones por las victimas, los sobrevivientes se quedaban parados, mirando al vacío, sin esencia, sin vida. Los miré, tuve que reconocer que hacían una pareja encantadora, sin embargo ese paisaje era horrible, era devastador. El sacerdote terminó de leer las plegarías, luego, ambos sobrevivientes pusieron el pequeño ataúd que cargaban en sus manos dentro de la tierra, enterrando así a sus corazones, que habían sido tan brutalmente asesinados.

Pensé en acercarme a decirles unas palabras, pero era inútil, todos los sobrevivientes eran iguales, habían dejado de ser personas para pasar a ser eso, “sobrevivientes”. La falta de expresión en sus rostros me decía que sería imposible para ellos entender sobre los sentimientos, palabra cuyo significado jamás volverían a conocer.

Volví a mi departamento, me preparé mi comida preferida y almorcé mirando mi película favorita, luego me di el más largo de los baños y me puse mi traje más fino. Saqué el revolver de la mesita de luz, lo limpié bien e hice lo mismo con las balas. Luego lo cargué y lo deje esperando sobre la cama, antes debía escribir una nota;

“Siempre pensé que la respuesta era escapar de él, pero que las personas con el paso del tiempo se rendían y tarde o temprano terminaban enterrando su corazón. Ahora me doy cuenta que él no nos encuentra, sino que nosotros lo buscamos continua e involuntariamente todos los días de nuestras vidas. Incluso yo, que, sin saberlo, desde el primer día que entré en el escuadrón que lo busco desesperadamente. Entonces, ¿Para qué seguir buscando al amor, cuando yo ya sé que al encontrarlo, va a terminar asesinando mi corazón?”