Cuando no puedo dormir, cierro los ojos y me pongo a pensar en todas esas cosas que me suceden en ese momento. Luego me doy cuenta que ese tipo de cosas son las que yo, en la gran mayoria de los cosas, hago que sean parte de mi sucesión de situaciones que afectan mi vida. En otras palabras, yo hago que mi vida sea así, yo soy la que provoco que las cosas sean de tal o cual forma. ¿Por qué? porque yo soy la que decido.
Creo que a veces planteamos la vida como un gran salón lleno de puertas y nosotros elegimos una por la cual pasar. Esas puertas estan decoradas o señaladas con opiniones a favor o en contra, voces que nos alientan o nos piden que no las crucemos, pero finalmente es nuestra voluntad quien nos incentiva a cruzarla o no. Lo que no siempre tenemos en cuenta es que fuimos nosotros quienes las cruzamos y con ese cruce viene una gran responsabilidad. Hay momentos en la vida en los que cruzamos puertas sin pensar demasiado lo que eso implica y cuando nos reprochamos el haber sufrido o perdido cosas o lastimado gente o haber uno salido lastimado, no somos nosotros quienes nos reprochamos la mala decisión, sino que tiramos la culpa para alguien o algo más.
Pero el ingrediente de la responsabilidad pasa a ser un segundo plano en estas situaciones. Nadie quiere hablar de qué tanto analizamos el cruzar o no determinadas puertas, o que tan a la ligera quisimos atravesar ciertas experiencias. Ni mucho menos el hacerse cargo de las consecuencias de haber tomado decisiones que nos trajeron consigo resultados que no querriamos ni haber tenido que suponer.
No quiero hacer creer que es necesario pensar SIEMPRE a fondo todo lo que hacemos o dejamos de hacer en la vida, pero sí que con cada decisión que uno toma en la vida una gran responsabilidad la acompaña inevitablemente. La culpa la pueden tener todos o nadie, pero lo que uno hace en la vida es lo que uno permite que pase (a menos que te esten encañonando la cabeza, claro).
Ser conciente de que nuestras elecciones nos afectaran y que con ellas hay que aceptar las consecuencias es el paso obligado para la madurez.
Creo que a veces planteamos la vida como un gran salón lleno de puertas y nosotros elegimos una por la cual pasar. Esas puertas estan decoradas o señaladas con opiniones a favor o en contra, voces que nos alientan o nos piden que no las crucemos, pero finalmente es nuestra voluntad quien nos incentiva a cruzarla o no. Lo que no siempre tenemos en cuenta es que fuimos nosotros quienes las cruzamos y con ese cruce viene una gran responsabilidad. Hay momentos en la vida en los que cruzamos puertas sin pensar demasiado lo que eso implica y cuando nos reprochamos el haber sufrido o perdido cosas o lastimado gente o haber uno salido lastimado, no somos nosotros quienes nos reprochamos la mala decisión, sino que tiramos la culpa para alguien o algo más.
Pero el ingrediente de la responsabilidad pasa a ser un segundo plano en estas situaciones. Nadie quiere hablar de qué tanto analizamos el cruzar o no determinadas puertas, o que tan a la ligera quisimos atravesar ciertas experiencias. Ni mucho menos el hacerse cargo de las consecuencias de haber tomado decisiones que nos trajeron consigo resultados que no querriamos ni haber tenido que suponer.
No quiero hacer creer que es necesario pensar SIEMPRE a fondo todo lo que hacemos o dejamos de hacer en la vida, pero sí que con cada decisión que uno toma en la vida una gran responsabilidad la acompaña inevitablemente. La culpa la pueden tener todos o nadie, pero lo que uno hace en la vida es lo que uno permite que pase (a menos que te esten encañonando la cabeza, claro).
Ser conciente de que nuestras elecciones nos afectaran y que con ellas hay que aceptar las consecuencias es el paso obligado para la madurez.
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Para Ed. Scar, despues de tanto tiempo sin prendas, me gustaria que hables de proyectos de vida.
Saludos
